Luego de devorarme todos los artículos publicados por Italo Calvino en la
prensa italiana y en su lengua original, extiendo al lector mi humilde
traducción de sus ideas más memorables sobre el mundo escrito y el mundo no
escrito.
“Pertenezco a esa porción de humanidad minoritaria, pero que entre mis
lectores es mayoría, que pasa gran parte de su vida en un mundo donde las
palabras se suceden una tras otra y donde cada frase ocupa un sitio preciso.
Cuando me canso del mundo escrito salgo en búsqueda del otro mundo hecho de
tres dimensiones, cinco sentidos y poblado por millones de personas similares
entre sí. Esto equivale para mí a renacer a una realidad confusa que me obliga
a elegir una estrategia y un rol de supervivencia. Este nuevo nacimiento
conlleva ritos especiales como el de colocarme los anteojos que no necesito
para leer porque soy miope, cuando por lo general la gente ejecuta la acción
contraria, se coloca los anteojos para entrar al mundo escrito.
Cuando leo cada frase, sé que está en mí el poder de comprender. Su
significado literal debe poder permitirme formular un juicio de si aquello que
se anuncia es verdadero o falso, correcto o equivocado, agradable o
desagradable. En la vida ordinaria en cambio, me veo casi siempre rodeado de
circunstancias que no logro comprender desde las más importantes hasta las más
insignificantes, situaciones en donde no puedo formular ningún tipo de juicio.
De joven me pasaba exactamente lo mismo pero en aquel entonces creía que el
mundo escrito y el mundo no escrito eran de alguna forma complementarios. Hoy
reconozco que aquello que sucede en el mundo escrito inicia y termina en los
márgenes físicos del libro y depende de mí la vida que porte fuera de sí, en
cambio en mundo no escrito, me roba, me desorienta, me desordena sin mi
consentimiento. Con esto me pregunto, si mi mundo es el escrito ¿Por qué me
aventuro a la experiencia del otro mundo?
Para escribir, porque soy escritor y lo que se espera de mí es que me
siente en el escritorio a intentar darle un sentido al mundo, pero a lo máximo
que se llega es a trasmitir la experiencia de acercamiento, luego la búsqueda continua
en el lector. Siempre escribimos de lo que desconocemos, escribimos para que el
mundo no escrito cobre vida a través de nosotros. Del otro lado de una palabra
hay algo que quiere salir del silencio, algo que quiere liberarse como si
sacudiese las rejas de una prisión.”