No escribo por la paz ni el orden ni la felicidad y sin embargo espero que
mis letras encuentren por sí mismas, un
rol necesario y desconocido.
Me gusta colocar al lector en la escena y que sea su interpretación la que defina la atmósfera del relato. Me gusta la escritura enigmática, que involucre la complicidad del lector.
jueves, 16 de octubre de 2014
Escribo porque no escribo
martes, 7 de octubre de 2014
En un lugar de La Mancha, cuyo nombre no quiero acordarme.
A veces me cuesta recordar de dónde vengo, quién fui hace unos años y hace
unos meses, para intentar comprender a dónde estoy yendo.
Mi historia también podría comenzar como El Quijote, en un lugar cuyo
nombre no quiero acordarme, aunque estoy segura que ese olvido intencional
es un desdoblamiento de la realidad.
Pienso que es una lástima haber sido tan feliz, porque aunque sobren,
parece que faltan motivos para querer hacer todo diferente. Sería más fácil
haber tenido una vida de nada y que toda esta realidad nueva fuera la excusa
perfecta para empezar a encontrarle sentido a las cosas, pero miro hacia atrás
y recuerdo todas las personas, todos los momentos, como si fuera un álbum de
fotos emocional y me llega la sensación de felicidad acumulada con los años y
me pregunto qué más necesitaba que tuve que salir a buscarlo tan lejos.
Quijote y Sancho una misma realidad en dos Manchas diferentes, porque hay
tantos mundos como formas posibles de vivirlos. Se puede compartir el mismo
lugar y cada cual habitar un mundo diferente. Sancho en su Mancha campesina,
Quijote en su Mancha caballera. Quizá haya un proceso de mimetización, en los
que mi antiguo lugar me permitía ver la realidad con otros ojos y me empujaban
a otro sitio.
Cada día que pasa hay una razón para echar de menos lo que va quedando
lejos y para sentir que a la vez me voy acercando.
No hay mayor recompensa en la vida que ganarse el derecho a ser lo que uno es, ese minuto irreversible, cuando se elevan los gigantes, en el mismo lugar donde había solo molinos.
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