domingo, 29 de junio de 2014

Lección (-1)




Empiezo a pensar que el amanecer es una especie de retraso, de negación de la realidad paralela que sucede claramente en mis pensamientos, a un paso de convencerse que ojalá no hubiera sucedido.

 

Es que no vivo por no querer despertar del sueño y me siento huérfana de vida y repleta de emociones que no puedo guardar por falta de espacio fijo. Me voy superponiendo y llenando de quejas que apenas quedan por escrito.

 

La mayor parte del tiempo me torturo pensando cuándo se desprendieron mis alas y quién cambió las ganas por excusas. Lo demás es silencio, es todo igual a nada, es querer explicar lo necesario a gritos mudos y a gente sorda.
 




 


Aunque al fin suceda lo esperado, se llega vencido, como encontrar el aeropuerto después de haber estado volando perdido y quedarse sin combustible frente a la pista de aterrizaje, igual de fatal que haberse estrellado en medio de la nada.

 

EMPEZAR no significa estar preparado, significa dejar de ser el que ESPERA. Es necesario un solo acto, para validar todos los intentos. Dejar de ser el que duda, dejar de ser el que escucha, el que observa, el que piensa, el que asocia, el que suma. Empezar a ser el que arriesga, el que avanza, el que se equivoca, el que aprende, el audaz, el pionero, el herido, el renacido y el que vale todas las pena.  

jueves, 12 de junio de 2014

SER viajero




No es fácil la vida de viajero, sobre todo no es gratis. No hay casa, ni objetos personales. Hay aceptación de pérdida continua de cosas que van quedando por el camino, de despedidas. No hay vida local, no tenemos partido, ni representante, se parece mucho a la Utopía anárquica, a ir huyendo sin sentirse culpable.

Ser viajero es una actividad que despierta curiosidad, a veces envidia, pero nadie sabe lo que es realmente vivir viajando. El mundo parece estar a completa disposición aunque nada es completamente nuestro.

 
 




Lo bueno es que un martes es igual que un domingo, lo malo es que se pierden las ansias del fin de semana porque cuando se navega, todos los días son mitad de trayectos, mitad de emociones, mitad de miedos, sin mucha idea de lo que sigue, como un miércoles eterno.

No es fácil ser viajero, como no es fácil ser urbano. No existe el paraíso ni siquiera en la isla más remota y más desierta. La única gloria, en agua o en tierra, es conquistar un minuto de paz en donde podamos mirar el horizonte o la línea de la calle más cercana y dejar de buscar más allá de lo inmediato.