Hacía mucho tiempo que tenía ganas de conocer CANADA, el segundo país más grande del mundo. Antes de llegar hice una parada en Boston, porque también tenía ganas de conocerlo y porque además comparte esta dualidad con Canadá de ser un poco americano y un poco inglés. Fue realmente una gran sorpresa, sobre todo al anochecer cuando las calles de piedra se iluminaron con farolas de gas y me parecía ver a Jack el destripador en cada esquina. El aire puritano, arquitectura victoriana y el Havard, dan el toque “cortés” que la hace legendaria.
Luego del paso de frontera y el pago de la visa más corta y más cara que
existe llegué a Quebec. Me recordó al barrio latino de París pero con calles
empinadas, empedradas y casi desiertas…el toque diferente fue hospedarse en el
castillo medieval de CHATEAU FRONTENAC!! Solo 600 habitaciones disponibles, las
mejores vistas, la mejor calidad, uno de los desayunos más ricos y completos de
toda mi vida y esa misma noche, probé la famosa sopa de cebollas que nos
recomendaron, una ciudad deliciosa.
Montreal tiene toda la impronta de capital canadiense, inmensa, moderna, prolija,
amable, inteligente. Tiene un sistema de
túneles, de vida subterránea que permite vivir “normalmente” durante los casi
seis meses de invierno con temperaturas de entre 15 y 30 grados bajo cero. Cada
local, shopping, oficina, estacionamiento, comercio, incluso casas, tiene su
“subsuelo habitable” que se comunica con otros por “calles”, “veredas” y
“pasajes”. Aproximadamente el 40% de la ciudad está conectada por vía
subterránea. Lo otro que me llamó la atención fue el extremo cuidado por la
higiene, la limpieza, la ecología y los buenos modales. Sin duda todo esto es
herencia de su costado europeo.
Pero la capital de Canadá no es Montreal, sino Ottawa, por el mero capricho
de no superpoblar la metrópolis y porque es mucho mejor tener toda una ciudad
parlamentaria, donde reunir a los políticos y nadie más.
Toronto sí es una ciudad “americana”, llena de tráfico, de suciedad, de
ruidos, con enormes edificios, en cierto modo algo hostil y con graves
problemas de violencia y depresión durante los meses fríos. El gobierno
desparrama ambulancias por las calles para rescatar a los borrachos de la
muerte por hipotermia. Una realidad bastante más triste de lo que se cree, pero
cerca de las Niágaras al menos.
¿Qué decir de las cataratas? Que al igual que Argentina y Brasil, Canadá y
Estados Unidos tienen un reparto poco parejo de la cosa, siendo Canadá la más
favorecida y la otra diferencia es la visión de infraestructura y marketing.
Más que un circuito, las Niágaras son toda una ciudad al servicio de la
atracción. Hoteles, casinos, parque de diversiones, shoppings y paseos.
Todas las noches a partir de las ocho, las cataratas se iluminan con enormes franjas del color del arcoíris. Es el momento ideal para sentarse en uno de los restaurantes giratorios.