viernes, 17 de abril de 2015

IRLANDA



Marte 27 de Diciembre de 2011 un pie en Irlanda y sin valijas, solo 10 kilos de bolso de mano y mi guía.

Irlanda me recibió nublada, es decir, auténtica. Mientras esperaba el bus hice unas compras en el supermercado del aeropuerto. A pesar de la fama de papas y salchichas, encontré mis yogures, mis fibras, mis atunes y el twinings…no estaba como en casa, estaba mejor.

 

La impresión de Dublín fue inglesa pero rebelde, pinturrajeada de colores, joven y sudando cerveza en la neblina. Me instalé en un departamento sobre el rio Liffey, en Bachleros walk, frente al puente Halfpenny, mejor imposible.

 

Irlanda fue sobre todo un viaje didáctico. Aprendí las lecciones más importantes para el oficio de viajante y escritora: INVESTIGAR MENOS Y SORPRENDERSE MÁS.

El viernes me suspendieron el tour de fin de año en el norte. No lo podía creer. ¿Cómo era posible que no me hubieran avisado antes? aunque es difícil enojarse con Irlanda. Lo viví como un día ganado en Dublín y me fui al museo de los escritores. Todo cobró sentido. Entre las primeras ediciones de Ulyses, me reconforté: EN UN VIAJE NO EXISTEN LOS ERRORES, EXISTEN LOS CAMBIOS DE PLANES (en la vida igual).

 
 
 
 
 
 


 

Arranqué el 2011 en un bar de “Inglaterra”, Irlanda del Norte y llegó la lección más importante de todas. Perdí mi guía con todas las direcciones, con mis notas y con la cámara de fotos. Uno pensaría que fue una terrible forma de empezar el año, pero por alguna razón, me sentí mucho más ligera y mucho más libre. No recordaba el itinerario así que improvise.

 

Hacia el oeste de Irlanda, bosques, cascadas…el sitio donde se esconde la inspiración, cuando la pierdo de vista. Si algo le faltaba a este cuento, eran los caballos de pelo largo y patas anchas, una maravilla. Estando en Cork, al extremo sur, me llegó un mensaje de la aerolínea diciéndome que me habían cambiado el vuelo de regreso, que si no me volvía antes lo perdía porque Iberia entraba en paro indefinido. A dónde iría. Cuánto tiempo. Más pensaba, más ganas me daban de salir a caminar. Y eso hice, me fui al Saint Stephen´s park, con su lago, sus cisnes, su verde golf perfecto, sus glorietas y puentes. Para no perder el vuelo que me ofrecían tendría que haberme vuelto al departamento a hacer las valijas, pero no lo hice.

 

Al día siguiente encontré una excursión de LUNA LLENA en Enniskerry. Era una caminata que se hacía todos los meses por los bosques bajo la luz de luna, con tramos dignos de suicida. El domingo, tomé mi vuelo a Madrid, como estaba previsto, lo que me faltó fue la conexión con Buenos Aires, efectivamente Iberia estaba en huelga. Eran las 11 de la noche, no tenía ninguna reserva, ninguna idea, pero tampoco tenía ninguna preocupación. Me tomé el último subte que salió de la terminal antes que cerraran y me bajé en Tirso de Molina. Salí justo frente a la casa de Joaquín Sabina, no había un mejor lugar para estar en ese momento, en todo el mundo. Toqué timbre en una pensión que esta justo a la vuelta y por 50 euros me dieron una habitación.

 

El lunes, amanecí en Madrid, un destino que no estaba mi itinerario, aunque ya no tenía itinerario, se había perdido con mi agenda y mis mapas, así que de alguna forma me pareció normal. Me propuse buscar un cyber para tratar de contactar a Iberia. Tomaron mi reclamo y me llamaron a la habitación tres veces, en la última me propusieron un vuelo para el martes al mediodía. En el fondo yo esperaba que dijeran jueves o viernes porque ya que estaba en Madrid....pero me dejaron en claro que era una excepción de “tómalo o déjalo” y entendí que la rebeldía también tiene ciertos límites.

 

Para la despedida me fui al antiguo bar de la mandrágora, que los sabineros conocerán muy bien y me tomé dos Baileys, uno con hielo y el otro sin.

 
 
 
 




No hay comentarios:

Publicar un comentario