Amaneció comprendiendo que estaba recién nacido. Miró por la ventana, buscó imágenes, se acordó de otra gente, otros lugares. Era un hombre con pasado, pero a veces eso no significa haber vivido.
En su cama dormía una mujer y al mirarla, supo que él aún dormía dentro de
ella. Que
de alguna forma, la habitaba.
Reconoció un calor, una emoción ajena y se acostó nuevamente a su lado,
como si no hubiera otra opción. Se hundió entre su pelo, no entendía y estaba
más seguro que nunca.
Podría haberse ido y dejarle una nota. Podría haber sido el hombre que era,
pero ya no era solo un hombre.
Se escondió entre las sábanas y cerró los ojos, negando el día, el ayer y
el mañana. Y soñó que la soñaba y en sus ojos de nube, supo que ella también lo
habitaba. Por primera vez, un sueño, fue la
única realidad posible.
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