Mi futuro
es pretérito imperfecto, mi pasado, nostalgia del presente. Por diseñar
castillos sin almenas, perdí otra vez las llaves de mi casa.
Y en esa
inseguridad a veces no hago pie, porque floto y como floto toco el techo y las estrellas
que siguen lejos y fueron tan cercanas.
Escribo
solo por matar las tardes, por no deshacer las maletas…
Escribo
porque no quiero perderme de mi, para invitarme al sentido y por permitirme la
sin razón. Escribo porque no sé pasar los días de otra manera y porque no
conozco más realidad que la fantasía.
Perdí mi
sueldo de bombero un día que por echar troncos al fuego, quemé los muros de la
patria mía.
Me quité el
traje de lo correcto y los zapatos de rebeldía. Dejé de ser quién no debía y ahora
que todavía no se lo que puedo, solo se que no soy lo que no quiero.
Si nos
hundimos antes de nadar, no soñaran los peces con anzuelos. La noche se hará
tarde tan temprano que enfermarán de otoño los inviernos.
Si le
entregamos el mañana al destino, condenamos el ayer a ser excusa. Yo vivo sin ley y sin permiso y soy toda la verdad que vale la pena creer.
Todo
acaba cuando nos quedamos mudos llenos de gritos
cuando
uno mas uno son tu y todos los tuyos
cuando
saco mi orgullo, del canasto de las heridas.
Todo acaba
cuando se pierde el sentido, cuando la pena vale en negativo, cuando nos
quedamos sin dardos y llenos de agujeros.
Son
treinta años que no maduro
ni
aprendo, ni sedo, ni resigno
solo
soplo, trago polvo y estornudo
Son treinta años,
cuarenta vidas, cincuenta historias repetidas. Son los riesgos de quien no
acepta morir aburrido.
El
amor no existe, ni la vida, ni el mañana
solo
la muerte, solo la peste, solo las ganas
Y el que
diga lo contrario, deberá tener al menos dos excusas, porque las excepciones
cuando son una sola, suelen ser una mala interpretación